Estado de emergencia o estado de vigilancia
Por Jonathan Rios - El Salvador.
La declaración de un estado de excepción funciona en la política como cubierta a la suspensión del estado de derecho y la introducción de nuevos poderes ejecutivos justificados por la crisis. -Stephen Humphreys en “Legalizing Lawlessness: On Giorgio Agamben’s State of Exception / Legalizar la Ilegalidad: El estado de excepción de Giorgio Agamben.
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El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, desde el poder ejecutivo ha implementado nuevas ordenanzas en respuesta a la propagación del COVID-19. Las órdenes permiten al estado la recolección, uso y análisis de datos personales de los ciudadanos israelíes. Sus detalles, o la falta de los mismos, preocupan a grupos de derechos humanos, activistas de la privacidad y la población en general. Además de haber sido aprobadas solamente por él órgano ejecutivo y sin luz verde del parlamento, se teme que las medidas puedan ser alargadas después de la emergencia nacional.
Estado Militar
El surgimiento del coronavirus ha presentado un problema multidimensional y a la vez complejo. Medidas para combatir un problema con una escala sin precedentes requiere soluciones igualmente novedosas o que previamente se hubieran considerado extremas. A finales de abril, Israel, con alrededor de 15,000 casos confirmados, es el tercer país con más casos de coronavirus en el Medio Oriente solo detrás de Turquía e Irán.
Para entender mejor la magnitud de estas nuevas medidas vale la pena revisitar el contexto del país desde su establecimiento hace poco más de medio siglo. Por su posición geográfica y su contexto político, étnico e histórico, el estado israelí es por naturaleza un estado que se encuentra en constante alerta por lo cual el rol de ejército es crucial y fundamental para el país.
Sus jóvenes, por ejemplo, están obligados por ley a cumplir al menos 2 años de servicio militar y según statista, Israel es el segundo país con más gasto como porcentaje del PIB del mundo con 4.3%. Además, la institución es pionera en investigación y desarrollo en el área de tecnología, lo que la convierte en uno de los ejércitos más novedosos y efectivos del mundo.
Siendo lo militar esencial y la tecnología una de sus principales fortalezas hace que el involucramiento de la institución en contra del nuevo enemigo sea inevitable.
Estado de Vigilancia: Palestina
La implementación de medidas que llevan a un estado de vigilancia no es nada nuevo para la rama militar israelí. La infraestructura TIC de Palestina está en control del estado de Israel, lo que significa que pueden hacer sondeos y control de los ciudadanos palestinos y su información.
La recolección y análisis de estos datos tiene un amplio historial de violaciones a los derechos humanos y de privacidad de los palestinosutilizando estos recursos como forma de intimidación. La recolección de datos permite al estado conocer con quién habla una persona, adonde ha estado e información acerca de lo que hacen en línea (redes sociales y correos) incluyendo su contenido.
Este es el modelo al cual deben observar los israelíes para entender la nueva realidad a la que van a ser introducidos durante la pandemia. Los mismos procesos serán utilizados con el objetivo de poder contactar a personas que potencialmente hayan contraído el virus o que hayan cruzado caminos con alguna que persona infectada.
Big Brother
El Shin Bet es la Agencia de Inteligencia Israelí a la cual se ha encargado recopilar y hacer uso de estos datos. Ya han comenzado a utilizar una base de datos amplia y compleja de la cual no se tenía información ya que no había sido revelada anteriormente.
La primera ordenanza permite la recopilación de datos a excepción del contenido de las llamadas. Esta metadata incluye información acerca de los contactos y llamadas de una persona e información acerca de su ubicación. Todo esto puede ser hecho sin supervisión judicial si el sujeto es sospechoso de estar o haber sido infectado.
Según Jonathan Klinger, un abogado del Movimiento Israelí de Derechos Digitales, esto técnicamente podría significar extender también el acceso a cuentas de Facebook, Whatsapp y otras redes sociales.
La segunda ordenanza le permite a la policía visitar físicamente, de forma esporádica y sin orden judicial, a personas que estén confinados para asegurarse que sigan su confinamiento y no dejen su residencia.
Ambas ordenanzas permiten compartir información con el Ministerio de Salud, quien puede retener la información por 60 días y usarla también para otras actividades.
De igual preocupación son los métodos y canales que el departamento de defensa planea utilizar. La data de los israelíes será analizada y puesta en un programa llamada Coronameter. Este programa ha sido creado por el Grupo NSO, el mismo grupo autor del programa para hackear software llamado Pegasus. Según Citizen lab el software ha sido facilitado a al menos 6 países con records de abusos de derechos humanos utilizando este tipo de software en la población general. Presuntamente Pegasus fue el software utilizado para planear el asesinato de Jamal Khashoggi en 2018.
Las nuevas ordenanzas, su implementación y detalles presentan de aires autoritarios al mandato del primer ministro cuyo principal interés es sementarse en su posición. El coronavirus ha probado ser el escenario perfecto para líderes autoritarios que con excusa de emergencia y sin condenas públicas debido al confinamiento aceleran procesos que consecuentemente llevarán a un estado de constante vigilancia. Cómo hemos visto se dan el privilegio de pasar leyes y decretos sin la autorización de otros órganos gubernamentales, activamente ignorando el balance del poder y efectivamente socavando la democracia y el estado de ley.
Este tipo de políticas que son comunes en regímenes autoritarios como el de China son peligrosas para las democracias al ser una herramienta de mano dura para callar disidentes y periodistas, espiar a ciudadanos y poner contrapeso a la oposición. Estas leyes son una amenaza directa al derecho de libertad de expresión, ingrediente prioritario en una democracia. Los activistas están de acuerdo que no deberíamos dejar que la paranoia de la pandemia resulte en cambios permanentes a nuestros derechos de privacidad y de comunicación libre.
América Latina, cuidado…
Esta conversación debería también de ser un llamado de atención para las poblaciones en Latinoamérica. Si bien el ejemplo de Israel es de preocupación, los estados de vigilancia no son una novedad ni medidas consideradas extremas en países como China. Es importante considerar que con el auge del modelo chino y la exportación del mismo va adjunta la normalización de este tipo de medidas. Según The New York Times, países como Ecuador, Venezuela, México, Bolivia ya han comprado equipo de vigilancia de China con dinero de préstamos del mismo país y también reciben soporte técnico del gigante asiático. Es decir que la infraestructura necesaria para el monitoreo de las poblaciones está ya instalado.
También considerar que similar a la reacción en Israel donde implementaron medidas ignorando el balance de poderes excusándose por la urgencia de la crisis, en América Latina han habido casos similares. El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, ha ejercido mandatos durante la pandemia ignorando o subestimando el poder judicial por medio de la Sala de lo Constitucional.