Revueltas en Chile y el Líbano. Segunda entrega.

Notas para una reflexión parte II de III por el Dr. Jorge Araneda experto de las relaciones entre el Medio Oriente y Latinoamérica.

PARTE I de III. Aquí.

Asimismo, como muchos han reconocido, que la base de cualquier sistema de poder está directamente relacionado con el control que puede ejercer sobre la imaginación de las personas. No obstante, el espacio de las protestas despliega circunstancias que fundan la posibilidad de la autoconciencia, de ofrecer a las personas la oportunidad de “salir de sí mismas”, son aquellas que también pueden causar cambios dramáticos en el poder, creando resistencia entre aquellos que hasta entonces habían seguido adelante su propia subordinación. A la par, las narrativas estatales también intentan tomar parte del espacio público utilizando al enemigo externo, las teorías conspirativas o el sectarismo para impugnar los nuevos diálogos nacionales que se generan en los espacios público de discusión ciudadana, buscando “re/normalizar” las relaciones políticas. Esto sin duda, es posible de verificar en Chile, el Líbano e Iraq;

“[…] minuta levantaba la tesis de la participación de extranjeros, pero a propósito de otros hechos y no de los ataques al Metro. El punto 4 del texto describía lo siguiente: “Están identificadas, asimismo, personas que participaron en manifestaciones violentas cuyo origen es venezolano y cubano, y se está chequeando su vinculación con los servicios secretos de esos países. Además, se está haciendo un seguimiento de otros extranjeros que cumplieron un rol activo como agitadores e instigadores en hechos de violencia”.(La Tercera 2019)

O en el caso de Iraq;

“Se ha especulado que las protestas fueron incitadas deliberadamente. Algunos han argumentado que los seguidores del clérigo iraquí convertido en político Muqtada al-Sadr están detrás de las protestas, especialmente la quema de las oficinas del partido, que están destinadas a aumentar su influencia en las negociaciones de formación del gobierno. Es difícil determinar hasta qué punto los actores políticos están utilizando las protestas como cobertura para sus propios fines, pero reducir lo que está sucediendo a una mera función de las rivalidades políticas de élite sería una caracterización errónea. […] La perspectiva de los Sadristas es una de una serie de narrativas que han surgido buscando un motivo conspirador detrás de lo que, de hecho, son protestas espontáneas, orgánicas y recurrentes de iraquíes que tienen razones más que suficientes para desilusionarse y enfurecerse.”

Llegados a este punto, los actos de resistencia generados en el espacio público irán convergiendo declaraciones de los manifestantes en las calles de Beirut, Bagdad o Santiago sobre la familiaridad de las situaciones de desigualdad sistemática que golpeaba sus hogares, haciendo reflexionar nuevamente sobre lo mucho de lo que podrían haber aceptado. Y al hacerlo, quedó claro, a través de su elección de objetivos, tanto simbólicos como reales, que los ciudadanos tenían un conocimiento íntimo no sólo del estado público, sino también del “estado sombra”.

[...] miles de ciudadanos libaneses exasperados salieron a las calles de Beirut en protesta. La chispa inicial fue el último plan del gobierno para imponer impuestos a la aplicación popular y gratuita, WhatsApp. Sin embargo, las protestas fueron en realidad la consecuencia de una serie de crisis relacionadas y en curso: ingresos fiscales escasos; endeudamiento; escasez de divisas; un crecimiento y desarrollo estancado, agravada por el aumento del desempleo y el costo de vida. Ciertamente, se puede agregar a esta lista una infraestructura en crisis, popularizada por las protestas de recolección de basura en el 2015, siendo parte integral de la vida cotidiana de las personas con experiencia en el suministro problemático de electricidad, agua, etc. Dichas crisis son en gran medida de cosecha propia, ya que son el resultado de una mala gestión de los fondos públicos durante décadas, una corrupción desenfrenada y la polarización política. Pero sin duda, exacerbada por influencias regionales e internacionales.

Basta como ejemplo, la utilización de medios de comunicación alternativos, particularmente evidente en las manifestaciones en Bagdad, puesto que, la cobertura televisiva de las demandas ciudadanas ha sido obviada, lo que ha generado nuevas formas de comunicación y de interacción entre la ciudadanía no estatales.

“Dada la magnitud de las protestas, no es de extrañar que la clase política, las fuerzas de seguridad y los medios de comunicación que poseen estén cerrando filas para proteger el statu quo. Pero los manifestantes iraquíes, decididos a cubrir su propio movimiento, han recurrido a un programa de comedia en lugar de a un noticiero para contar su historia. Han enviado imágenes del mortal reaccionar de seguridad al Albasheer Show, un programa de comedia presentado por Ahmed Albasheer, que se transmite por el servicio árabe de la emisora alemana Deutsche Welle. […] Renad Mansour, de Chatham House Iraq Initiative, comenta sobre Albasheer: Su mayor crítica es: ¿dónde están nuestros medios? ¿Por qué están mostrando dibujos animados? ¿Por qué están mostrando espectáculos de cocina?

Más aún, en los casos de los países del Medio Oriente, esta familiaridad determinó los objetivos que provocaron la ira de los manifestantes y también moldearon sus demandas iniciales. Estos incluyeron no sólo la liberación inmediata de los manifestantes que asistían a las protestas ciudadanas, sino también la liberación de todos los presos políticos, la derogación de las leyes de estado de emergencia, una investigación pública sobre las muertes de quienes habían sido asesinados en las protestas, el fin de la corrupción, mejoras sustanciales en las áreas de salud, vivienda, educación y la derogación de una serie de leyes que los colocaba efectivamente bajo el control arbitrario de las fuerzas de seguridad.

Esta mezcla de demandas locales y nacionales exteriorizó que los ciudadanos sabían muy bien cómo estaban conectadas las diferentes esferas del poder, y conocía las redes del “estado neoliberal” que une los aparatos de seguridad, las empresas comerciales propiedad de aquellos cercanos a la elite y los sistemas de conectividad que atravesaban estás conexiones. A este respecto, las protestas y los ataques a los símbolos del poder fueron actos de resistencia contra los sistemas de inclusión y cierre que habían negado a la mayoría de la población la oportunidad de decidir sus propias vidas.

“La primera mitad de la semana vio una intensificación de los bloqueos de carreteras, lo que condujo a un mayor enfrentamiento con el ejército al intentar abrir las calles. Los manifestantes han ido cambiando las tácticas cada semana para centrarse en acciones más específicas y directas y en reuniones estratégicas en las principales plazas de todo el país. Siendo instituciones específicas, símbolos de la parálisis y corrupción estatal centro de sus ataques. Esto incluye, desde Electricité du Liban, las residencias del anterior y actual ministro, la residencia del presidente, del Ministerio de Educación, sucursales de bancos privados, del Banco Central, hasta tramos de la costa “privatizada en Beirut. Las personas que estaban pasando el rato en la cornisa de Ramlet al Bayda se unieron a los manifestantes mientras marchaban. Cuando los manifestantes llegaron a Eden Bay, rompieron muros de bloques de cemento y marcharon hacia la orilla. Eden Bay es un resort de playa privado - que activistas y grupos de la sociedad civil han argumentado durante años que se privatizó indebidamente - la propiedad y sus bienes públicos; es decir, sus playas y mar. Es importante tener en cuenta que la mayor parte de las playas de Beirut se han privatizado de manera inadecuada, incluido el club de oficiales militares, los clubes de playa privados y la playa de AUB. Los manifestantes también se congregaron frente al valle de Bisri para protestar por la construcción ilegal de la presa que desplazaría a los residentes, causando daños ambientales y ecológicos importantes. En Nabatiyya, los manifestantes pudieron cerrar ambas sucursales tanto del Banco Central como de la Electricité du Liban.”

En definitiva, los actos de protesta ciudadana siguen y desafían las líneas de inclusión y exclusión que son parte integral de todos los sistemas de poder. Estas líneas de resistencia, pueden concederse o imponerse, así como los criterios que utilizan pueden acordarse o simplemente aceptarse, siendo la constaste el resentimiento que las genera. Una política de resistencia en este sentido ilumina tanto las líneas divisorias de esta relación como las razones cada vez más usadas que se utilizan para justificar su mantenimiento.

Simultáneamente, específicos han sido los llamados a no aceptar los simples cambios de políticas particulares, lo habitual de la política contenciosa. Sobrepasando con ellos una política de contención en una escala más fundamental. Dirigiéndose al corazón de un sistema de poder, sus principios y las formas en que las personas lo experimentan cotidianamente. Todos estos factores, incluida la implementación de políticas que constantemente perjudican a algunos, al tiempo que privilegian a otros, pueden alimentar una política de resistencia que toma como tema central las líneas de discriminación.

“Los manifestantes están cada vez más conscientes de la interconectividad de los problemas dentro del sistema libanés, pero también de las similitudes de estas luchas con otros países árabes, así como del resto del Sur global que se ha levantado hoy contra las políticas neoliberales de su élite. La gente en la calle de Beirut está cantando en solidaridad con Bagdad, los manifestantes en las plazas de Trípoli ondean banderas argelinas, y las plataformas en línea retratan la imagen de Malak pateando al guardaespaldas de un político junto con el del sudanés Ala 'Salah”.

En consonancia con lo anterior, tanto en el caso Libanés, como en los eventos en Iraq, la división principal era entre aquellos que estaban conectados con las redes de seguridad y negocios en la cumbre del estado, y aquellos, la gran mayoría de la ciudadanía, que estaba sistemáticamente excluida. Siendo los últimos, quienes tuvieron que sufrir las perspectivas de desempleo y de discriminación laboral en favor de “los hijos de la élite”. Como sujetos de poder incontestable, no tenían recursos cuando las “leyes de emergencia” en ciertos casos se invocaban rutinariamente para mantener el orden y dar inmunidad al aparato de seguridad y sus socios comerciales de cualquier tipo de escrutinio público.

“También en el Sur, el Resthouse fue asaltado y quemado. Siendo propiedad de Randa Berri, esposa del presidente del Parlamento, Nabih Berri; quien ha sido criticada públicamente en los últimos días por "no permitir que las personas vayan al baño sin beneficiarse de ello". Este ataque al Resthouse habría de entenderse dentro de un discurso de corrupción política, una extenuante desigualdad económica, constante privatización y aprovechamiento de las tierras públicas por parte de los líderes sectarios y sus familias, incluidas las tierras costeras. Siendo, que el Líbano tiene uno de los índices de desigualdad de riqueza más extremos del mundo y una de las concentraciones más altas de multimillonarios en el mundo per cápita.